La educación emocional en la prevención del acoso escolar
Hurgar en el corazón de tus estudiantes. Descubre sus deseos, intereses, alegrías, miedos, frustraciones, fortalezas, áreas a desarrollar y lo que les impulsa. Conoce sus historias familiares y valida sus estados emocionales cada día durante toda la rutina escolar.
Establecer una buena comunicación. Desarrolla un buen canal de comunicación con tus estudiantes. Promueve que se acerquen a ti, cada vez que sientan la necesidad, enséñales diferentes formas de comunicarse (verbal, no verbal, por escrito, con dibujos), demuéstrales que son escuchados, observa su lenguaje no verbal y ayúdales a resolver los conflictos que se les presenten.
Hacer sentir a cada niño, niña o adolescente especial. Hazle sentir que los valoras a todos y todas incondicionalmente, ya que cada uno es especial y, como tal, deben ser respetados por ti y por toda la comunidad escolar. Demuéstrales que estás a su lado y que celebras sus logros, pero que también les acompañas en aquellos momentos cuando las cosas no salen según lo esperado; en esos casos, ayúdales a descubrir mejores alternativas.
Enseñar a gestionar sus emociones y a comprender las de los demás. Desde muy temprana edad podemos enseñarles a reconocer y a comprender sus emociones y las de los demás, con la finalidad de validarlas y reflexionar sobre ellas, ya que todas son importantes. De esta forma, logramos que ellos y ellas controlen sus impulsos y gestionen sus recursos internos; promoviendo así el autoconocimiento, la autorregulación y la empatía.
Promover buenas relaciones sociales. Observa cómo interactúan socialmente, analiza los roles que cada cual asume, la forma de establecer vínculos, de manejar conflictos, así como su capacidad para colaborar, trabajar en equipo y provocar en los demás las respuestas deseables.
Para lograr gestionar los aprendizajes de nuestros niños, niñas y adolescentes, es prioritario generar ambientes inclusivos, seguros, de bienestar y de armonía. Goleman afirma que, “cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos, mejor podremos leer los de los demás”.
Para validar y acompañar a nuestros estudiantes en su educación emocional, primero debemos conocer, trabajar y saber gestionar las emociones nuestras.
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