Estrategias para la gestión del aula
Pensemos en un nuevo curso escolar como
si llegáramos a un nuevo país con un idioma que no dominamos; por buenas que
sean nuestras habilidades, cometeremos algunos errores al no conocer el idioma
y no comprender lo que se espera de nosotros. Así mismo, los niños, niñas y
jóvenes llegan a un nuevo curso y puede tomarles tiempo descifrar que se espera
de ellos, para ayudarles en la adaptación es favorable desde el inicio dar a
conocer cuáles son nuestras expectativas.
Algunas estrategias que nos ayudarán a
lograr una buena disciplina y un ambiente positivo en el aula:
· Establecer normas claras. Al inicio del año escolar es fundamental establecer reglas y
expectativas claras. Es importante que las normas sean comunicadas de manera
efectiva y explicadas con ejemplos concretos. Es importante que las reglas sean
consistentes y que se apliquen de manera equitativa para todos los estudiantes,
la consistencia en la aplicación de las normas refuerza su importancia y ayuda
a evitar confusiones. Es muy provechoso que las normas se utilicen como
ambientación en el salón de clases. En los cursos más pequeños pueden ser
dibujos o gráficos, y en los más mayores, priorizar las que se colocarán,
evitando hacer listas extensas y redactarlas en un lenguaje positivo.
· Promover un ambiente positivo. Facilitar una comunicación abierta y respetuosa en el aula es
clave para un ambiente positivo. Animar a cada estudiante a expresar sus ideas
y preocupaciones, y proporcionar retroalimentación positiva y constructiva,
contribuye a una atmósfera de diálogo y colaboración. Un ambiente de aula
positivo fomenta el respeto y la cooperación. Reconocer y reforzar los
comportamientos positivos de forma individual y grupal, motiva a las y los
estudiantes a seguir las normas. Crear una atmósfera en la que cada estudiante
se sienta valorado y respetado también contribuye a una mejor disciplina.
· Establecer rutinas y estructura. Las rutinas diarias ayudan a las y los estudiantes a saber qué
esperar y a sentirse seguros en su entorno. El horario y una estructura clara
para cada clase pueden reducir la incertidumbre y el comportamiento
disruptivo.
· Fomentar la participación. Mantener
a los estudiantes involucrados y participativos en las actividades de clase
puede reducir el comportamiento disruptivo. Planificar actividades variadas,
colaborativas y dinámicas que capten el interés de todos los estudiantes.
Involucrar a los estudiantes en la planificación de algunas actividades y en la
toma de decisiones sobre el aprendizaje también puede aumentar su entusiasmo y
sentido de pertenencia.
· Implementar consecuencias. Cada
estudiante debe conocer las normas, así como las consecuencias de no tener el
comportamiento esperado; estas deben ser claras desde el principio y aplicarse
de manera consistente. Las consecuencias deben abordar la situación de manera
constructiva, buscando soluciones que ayuden al estudiante a aprender y
mejorar. El uso de señales no verbales para llamar la atención y el
establecimiento de contacto visual son otros aspectos para considerar.
· Gestionar los conflictos. Los conflictos y la frustración en un salón de clases son
inevitables, así que aprender a manejarlos de manera oportuna es necesario para
que la situación se transforme en una oportunidad para aprender resolución de
conflictos, comunicación asertiva y autocontrol guiados por el docente.
· Mantener una actitud positiva. Las y los docentes que demuestran entusiasmo por enseñar inspiran a
los estudiantes a adoptar una actitud similar hacia el aprendizaje. Mantener
una actitud positiva, incluso ante desafíos, y mostrar aprecio por el esfuerzo
y la dedicación de cada estudiante contribuye a un ambiente en el que todas y
todos se sienten motivados a aprender.
· Fomentar la conexión emocional. Establecer relaciones de respeto mutuo con las y los estudiantes es
fundamental, mostrar interés genuino en sus vidas y ser accesible contribuye a
construir confianza. Las y los estudiantes que se sienten valorados y
respetados están más dispuestos a participar activamente y a colaborar en el
proceso de aprendizaje. Promover el bienestar, ya sea integrando prácticas de
autocuidado o fomentando hábitos saludables.
Mantener una buena disciplina en el aula
requiere una combinación de normas claras, un ambiente positivo y
participativo, rutinas consistentes, consecuencias justas; así como también la
comunicación abierta, la gestión efectiva de los conflictos y una disposición
para reflexionar y adaptar las estrategias cuando sea necesario. Implementar
estas recomendaciones contribuirá a crear un espacio en el que los estudiantes
se sientan seguros, motivados y listos para aprender y crecer.
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